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Todo lo que siempre has querido saber sobre la práctica de yoga

El yoga se ha puesto de modo durante los últimos años, sí. Pero es una práctica milenaria. Los que prueban el yoga, lo más frecuente, es que queden apasionados de esta práctica y eso explica el boom de practicantes que se encuentran hoy en día en todo el mundo.

El yoga es una ciencia y una filosofía que nos ayuda a conocernos mejor física, mental y emocionalmente.

Nos invita a buscar, a lo largo del camino, la unión con nuestra propia alma y el todo.

Con el yoga encontrarás el camino hacia la estabilidad que unos consiguen meditando, otros con asnas (meditación en movimiento), con el control de la respiración (pranayama) y es por este motivo que existen diferentes estilos de yoga que permiten adaptarlas distintas prácticas a cada personalidad permitiendo que todo el mundo pueda entrar a vivir este en este estilo de vida.

A día de hoy podemos encontrar prácticas bajo nombres y conceptos tan diversos como:

1. Hatha Yoga: El término sánscrito Hatha se traduce como «fuerza». La palabra puede dividirse a su vez en dos: «Ha», que significa sol, y «Tha», que significa luna.

La práctica se compone de posturas de yoga (asanas), prácticas de respiración (pranayama), meditación y movimiento de la energía sutil. Muchos de los estilos que existen hoy día derivan de las prácticas del Hatha, tales como Vinyasa, Iyengar y Ashtanga.

2. Yoga restaurativo: El yoga restaurativo es una evolución del yoga Iyengar. Cuando se combina con una práctica activa, el yoga restaurativo puede proporcionar un importante efecto de equilibrio que sirve de apoyo a la relajación y al rejuvenecimiento conscientes, además de promover la uniformidad mental, uno de los objetivos tradicionales de la práctica del yoga.

A diferencia de otras prácticas introspectivas / terapéuticas, las posturas de yoga restaurativas son en su mayoría en posición supina que yacen sobre la espalda (elevar las piernas alternativamente). Muchas veces se emplean accesorios para apoyar el cuerpo, como cojines, mantas y bloques de apoyo que ayudan a afianzar el cuerpo en una posición determinada y provocar una respuesta de relajación. Estos soportes ayudan a liberar la tensión muscular crónica, a ablandar el cuerpo de manera natural y nos reconfortan con esa sensación de sujeción.

3. Iyengar: la práctica se centra en la alineación del cuerpo en una postura determinada. Las clases generalmente se concentran en una sola postura que se va desarrollando a base de practicar unas pocas posturas similares. Se suelen emplear accesorios, muy recomendables para ayudar en la alineación del cuerpo, alargar las posturas y proporcionar sujeción. El Iyengar es una clase muy útil que satisface todo tipo de niveles.

4. Yin Yoga: Es una clase de ritmo muy lento en la que los alumnos mantienen las posturas de uno a cinco minutos. Con ayuda de accesorios tales como cojines, correas y bloques, las posiciones no requieren de mucho esfuerzo muscular, sino que se centran en ablandar el tejido conjuntivo dentro de una articulación concreta. El Yin Yoga puede resultarnos muy intenso al principio, pero conociendo bien nuestras limitaciones y concentrándonos en nuestras sensaciones, junto con un buen calentamiento del cuerpo y dedicándole el tiempo suficiente, los resultados pueden ser muy reconstituyentes. Beneficia especialmente a las personas que trabajan mucho tiempo sentadas frente al ordenador o viajando.

5. Kundalini Yoga: es muy dinámico. Incorpora mucho canto, trabajo guiado de la respiración y al comienzo de la clase siempre hay un momento para concentrarse conscientemente en todo lo que te rodea. El monitor establece un tema para la serie de movimientos, para que poco a poco vayamos conectando con el presente y siendo conscientes de lo que estamos tocando a nivel de energía según vamos realizando las posturas, las respiraciones y las meditaciones.

6. Ashtanga: el Ashtanga sigue una secuencia fija de seis series de posturas que van creciendo en dificultad desde las que se hacen de pie hasta las de posición sentada. Es un estilo de ritmo rápido y generalmente se practica sin música ni accesorios. El Mysore es una práctica autodirigida del Ashtanga en la que el alumno suele realizar la serie según su propio ritmo, a menudo bajo la supervisión de un maestro y justo al amanecer.

7. Yoga Nidra: Conocido como el sueño yóguico, este término en sánscrito describe el estado de conciencia entre estar despierto y dormido. Se comienza con una secuencia bastante activa que incita al cuerpo a entrar un profundo estado de relajación manteniendo conciencia plena hasta desembocar en una postura final de relajación. Es ideal para personas que sufran de estrés o problemas para dormir, ya que calma el sistema nervioso de manera natural.

8. Vinyasa/Yoga Flow: El Vinyasa, uno de los términos más amplios del yoga, combina una serie de posturas del Hatha yoga. El término Vinyasa se refiere al movimiento entre estas posturas, normalmente muy activo, centrado siempre en la fluidez y coordinando cada movimiento con la respiración. El Vinyasa es excelente para aumentar la frecuencia cardíaca, aunque es esencial equilibrar la práctica activa con una práctica restaurativa más lenta como el Yin o el yoga restaurativo, especialmente si sufrimos agotamiento y estrés.

9. Jivamukti: es una práctica basada en el Vinyasa, y modificada a partir de la secuencia del Ashtanga. Las clases de jivamukti son temáticas y hacen referencia a textos filosóficos indios que se centran en el cultivo de la compasión en todos los aspectos de la vida. El canto, la meditación, las prácticas de respiración y las lecturas son parte esencial de la clase, junto con una práctica dinámica de fortalecimiento. El Jivamukti se trata de una clase muy completa que engloba mente, cuerpo y espíritu.

El yoga consiste en buscar la armonía con uno mismo, en dedicarte un momento para sentarte y escuchar lo que tu cuerpo necesita. Comienza por hacer las posturas que más te gusten, las que mejor te hacen sentir, y aprende a hacerlas bien. Con ello fomentarás tu amor por el yoga para, más adelante, ir añadiendo poco a poco las posturas que más rechazo te provocan.

Intenta practicar un poco todos los días, unos 15-20 minutos, aunque algunos días quizá te baste con hacer una postura restaurativa para reequilibrar tu sistema nervioso. Al principio, no te obsesiones por obtener la posición perfecta; comienza con 5-10 minutos de movimientos sencillos, conectándote con la respiración.